Cuando las cosas arden

Cuando el líquido hirviendo se derramó en mi pecho, sentí dolor…

Cuando vi que las lesiones eran cada vez más desagradables y no sabía exactamente que pasaba, sentí angustia…

Cuando me di cuenta de que no contaba con tu confianza, eso si me partió la madre…

Y lo demás era lo de menos…

Una llamada desde el hospital, y una respuesta: “hablamos después”… me quedé paralizada frente al cristal, quise llorar, derrumbarme… y por dentro lo hice… me desmoroné, cuando pude recuperar un poquito de cordura di media vuelta y caminé a la sala de curaciones.

Hay dolores que se salen de proporción, y desgraciadamente no son dolores físicos.

A través

Me recargo en la pared blanca, junto al cenicero… con algo para leer en la mano. Sólo se escucha el dispersor de aire encendido frruuuu… leo… fumo… y pierdo la noción del espacio…

Mi mente da un brinco cuando veo mi reflejo en la puerta de cristal, la mujer que se proyecta me parece extraña… de pronto vuelvo al pensamiento de siempre y casi murmuro “si de nuevo solas” y empieza el diálogo interno… Es agradable bailar la música de la vida, a veces tan acompasada que adormece y cuando menos piensas atravesaste toda la pista o atravesaste un año más casi sin notarlo… La mujer del reflejo me ve de nuevo y pregunta ¿solas? … no, te voy a contar… tengo una familia muy divertida a la que no extraño, tengo un despertador que me marca una rutina de lunes a viernes, tengo una oficina llena de trabajo, avances, fracasos, acoso, malos ratos y uno que otro viaje, tengo una familia de extraños que elegí para que me acompañen en esta ciudad, ellos son mis amigos, los que rompen la monotonía… una casa, dos perros, tengo el gusto de desayunar tarde los sábados y asolearme semi vestida cuantas veces sea posible... amo y soy amada…

Tengo todas las decisiones por cuenta propia no hay necesidad de consultarlas. ¿Sola? Si, por decisión propia, que es más de lo que muchos pueden disfrutar…

Termino la lectura y el cigarro… ¿nos vamos? dice ella – Sí, continuemos.

Decidir

Si o No, si es si, continúe al siguiente paso, si es No, rectifique…

A veces nos complicamos… y finalmente el camino y los giros de la vida se reducen a Si o No.

A las decisiones que se toman, las decisiones que se toman mal, a las que se aciertan, a las que se posponen, a las que se dejaron de tomar y te tragan una parte de ti como si te persiguiera un hoyo negro.

La lógica de un Si o un No es demasiado puntual, fría, práctica… cuando caminas por ahí con esas cosas en la cabeza el mundo se ve así puntual, frío y práctico y sientes que te deshumanizas un poco, pero es una buena estrategia para seguir avanzando, para seguir cuidándote las espaldas… es una lógica funcional, hasta que te sorprendes a las 4 de la mañana hablando por teléfono y dices: todo es cuestión de decisiones, es Si o No, ¿me amas? Si o No, ¿te quedarás? … y tu perfecto esquema de Si o No te parte perfectamente el alma…

Hay decisiones que se toman de manera casi inadvertida y cuando menos piensas acabas en lugares insospechados… Pero en esta ocasión se tratará de decisiones pensadas, programadas, de esas que se toman en una fecha específica, de esas que son TODO o NADA. Se trata de decisiones que te sorprenden llorando de madrugada y admitiendo que tienes demasiado miedo.
¿Me amas? Si ¿Te quedarás a mi lado? Si o No…. Y es que hace tiempo dejé de creer en promesas y los “para siempre” dejaron de aparecer en mi cerebro.

Cuando sea grande...

Cuando eres pequeño te preguntan: qué quieres ser de grande? Y respondes… quiero ser astronauta, o médico de animales, o piloto….

Qué quiero ser de “grande”? Quiero ser una persona viva… tan viva como la niña que quería ser médico de animales y no tenía idea de que acabaría jugando matemáticas….

Quiero seguir abriendo la ventana mientras me ducho para comerme un poquito de sol antes de que la oficina me prive de la libertad.

Dormir a tu lado mientras se que el cansancio te roba de mi lado y me deja únicamente tu cuerpo para jugar a construir caminos de caricias.



De grande quiero ser abuela de más de cuatro.

Contigo

Porque contigo me pega la gana de malbaratar convicciones. De abrir el corazón para que la dulzura esté en tu boca y el tormento del deseo en tu entrepierna.

Las decisiones se vuelven fáciles, porque ya no dependen de nuestros caprichos, sino de la imperiosa necesidad que genera la ausencia de gemidos.

Porque tu locura me complementa y mi locura te hace adicto a la forma en que sujetas mis desnudas caderas.

Sólo contigo.