Fumando tu aliento

Me he dejado llevar con sus alitas frágiles por ese amor que antes era cosa de todos los días, y del cual ahora sólo tengo destellos de cometa.

Pero por días como este, vale la pena, ha valido la pena estar en la trinchera, muerta de hambre y de dolor.

Hay que haber estado muy enfermo para poder sentir el alivio sereno, mágico, dulce que te cobija como la seda llevándote de su mano por un senderito apretado pero inigualable de felicidad.

Ese caminito que se recorre con besos espontáneos, con abrazos inevitables, con tu aroma, con interminables miradas, con sonrisas sin motivo y que va desnudándonos, nos respira suavecito, estremeciendo como si fuera la primera vez que estos labios se tocan, ssshhhh, te arrulla como a un cachorrito, me quedo dormida y te sueño, en un sueño que es un engaño si lo comparo con la paz de este día.

Después de su migración que duró casi un año volvieron las mariposas en el estómago.