Decidir

Si o No, si es si, continúe al siguiente paso, si es No, rectifique…

A veces nos complicamos… y finalmente el camino y los giros de la vida se reducen a Si o No.

A las decisiones que se toman, las decisiones que se toman mal, a las que se aciertan, a las que se posponen, a las que se dejaron de tomar y te tragan una parte de ti como si te persiguiera un hoyo negro.

La lógica de un Si o un No es demasiado puntual, fría, práctica… cuando caminas por ahí con esas cosas en la cabeza el mundo se ve así puntual, frío y práctico y sientes que te deshumanizas un poco, pero es una buena estrategia para seguir avanzando, para seguir cuidándote las espaldas… es una lógica funcional, hasta que te sorprendes a las 4 de la mañana hablando por teléfono y dices: todo es cuestión de decisiones, es Si o No, ¿me amas? Si o No, ¿te quedarás? … y tu perfecto esquema de Si o No te parte perfectamente el alma…

Hay decisiones que se toman de manera casi inadvertida y cuando menos piensas acabas en lugares insospechados… Pero en esta ocasión se tratará de decisiones pensadas, programadas, de esas que se toman en una fecha específica, de esas que son TODO o NADA. Se trata de decisiones que te sorprenden llorando de madrugada y admitiendo que tienes demasiado miedo.
¿Me amas? Si ¿Te quedarás a mi lado? Si o No…. Y es que hace tiempo dejé de creer en promesas y los “para siempre” dejaron de aparecer en mi cerebro.